La jauría de Lobos consumía a las presas que perseguía,
Solo un rastro de sangre y gritos la seguía,
Los aullidos y lamentos en la noche se confundían,
Cuando los lobos comían,
El matar sin piedad no los detenía,
Porque el frenesí de sangre insistía,
En manejar su alma sanguinaria que comía,
A toda presa que se movía,
Mientras tuvieran hambre ellos mordían.
Escrito por: Arles Fernando Zambrano Perez
- Se encuentra en el Libro Insomnio editorial ITA
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